martes, 2 de enero de 2007

Official's Duchesne's Blog!

Me llamo Rosa FILIPINA DUCHESNE. Nací el 29 de agosto de 1769 en Grenoble, Francia. Fui bautizada en la iglesia de San Luis, y me dieron el nombre de San Felipe apóstol, y el de Santa Rosa de Lima, primera santa del nuevo continente. Educada en el Convento de la Visitación de Ste. Marie-d'en-Haut, y atraída por la vita contemplativa, entré en ese monasterio a los 18 años.

La comunidad se dispersó durante la Revolución Francesa. Regresé a mi familia y me dediqué a cuidar a los presos y a todos los que sufrían. Intenté reconstruir el monasterio de Ste. Marie después del Concordato de 1801 con algunas compañeras, pero no lo logré. En 1804 oí hablar de una nueva congregación, la Sociedad del Sagrado Corazón, y pedí a la fundadora Magdalena Sofía Barat ser admitida, ofreciendo su monasterio. La Madre Barat visitó Ste. Marie en 1804 y me recibió a mí y a mis compañeras como novicias en la Sociedad.

La vida contemplativa alimentó en mí el deseo de ir a las misiones. Atraída por la Eucaristía desde mi juventud, pasé la noche de un Jueves Santo en oración. Escribí a la Madre Barat: «Pasé la noche entera en el Nuevo Continente llevando el Santísimo Sacramento por todas partes... Tenía que hacer tantos sacrificios: una madre, hermanas, parientes, mí montaña ... Cuando me diga: "Te envío", responderé en seguida: "Voy"». Sin embargo, tuve que esperar otros 12 años. La muy puta...

En 1818 mi sueño se vió realizado. El Obispo del territorio de Louisiana buscaba una congregación de religiosas para ayudarle a evangelizar los niños franceses e indios de su diócesis, y fui enviada a responder a esta llamada. En St. Charles, cerca de St. Louis, Missouri, fundé la primera casa de la Sociedad fuera de Francia, en una cabaña de troncos, como las de los niños del Chad (esos que nunca vemos pero de los que oímos hablar en la Fiesta Mayor). Allí vivií todas las austeridades de la vida de frontera: frío extremo, trabajo duro, falta de dinero. Nunca llegué a aprender bien el inglés. Las comunicaciones eran muy lentas: a veces no me llegaban noticias de mi querida Francia. Luché por mantenerme estrechamente unida con la Sociedad del Sagrado Corazón en Francia.

Yo y otras cuatro Religiosas del Sagrado Corazón trazamos un camino. En 1820 abrí la primera escuela gratuita al oeste del Mississippi. En 1828 había fundado ya seis casas. Estas escuelas eran para las jóvenes de Missouri y Louisiana. Las amé y trabajé para ellas, manteniendo siempre en el fondo de mi corazón el anhelo de ir a los Indios americanos. Cuando tenía 72 años, se abrió una escuela para los Potowatomies en Sugar Creek, Kansas. Aunque muchos pensaban que yo estaba demasiado enferma para ir, el jesuita que dirigía la misión insistió: "Tiene que venir: quizás no podrá hacer mucho trabajo, pero con su oración alcanzará el éxito de la misión, y su presencia atraerá muchos favores del cielo para la obra".

Estuve sólo un año entre los Potowatomies, qué trancas las suyas!! pero mi valor pionero no flaqueó, y mis largas horas de contemplación inspiraron a los indios a llamarme " La mujer que siempre reza ".

Mi salud no pudo resistir el régimen de vida en el poblado. Volví a St. Charles en julio de 1842, aunque mi corazón valiente nunca perdió el deseo de las misiones. "Siento el mismo anhelo por las Montañas Rocosas que sentía en Francia cuando pedí venir a América ... ".

Dicen que morí en St. Charles, Missouri, el 18 de noviembre de 1852, a la edad de 83 años.

Y yo digo que digan Misa.